viernes, 11 de mayo de 2007

Somos valiosos TODOS

Cuentan que en una carpintería hubo una extraña asamblea... Fue una reunión de herramientas para arreglar diferencias. No se llevaban bien y discutían porque unos eran mejores que otros (o eso creían) y decidieron hablar.
El martillo ejerció la presidencia y habló el primero. Cuando lo hubo hecho, la asamblea le notificó que tenía que renunciar, ya que se pasaba todo el tiempo haciendo ruidos y golpes.
El martillo aceptó la culpa, pero pidió que fuera expulsado el tornillo, argumentando que había que darle demasiadas vueltas para que sirviera y eso mareaba al resto.
El tornillo aceptó el ataque, pero exigió la expulsión de la lija. Señaló que era áspera en su trato y tenía fricciones con los demás, era desagradable.
Y la lija a regañadientes estuvo de acuerdo, la mismo tiempo exigió que fuera expulsado el metro que siempre se la pasaba midiendo a los demás como si él fuera perfecto...

En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició la tarea. Utilizó el metro para medir lo que debía cortar, el martillo para meter clavos y afianzarlos, usó la lija y dejó los bordes finos y suaves con ella y el tornillo para unir las diversas piezas. Finalmente, las toscas tablas de madera se convirtieron en un hermoso mueble.
Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea de herramientas reanudó la deliberación.
Fue entonces cuando el serrucho dijo:

- Señores, yo tengo el peor defecto de todos, ya que corto, separo, rompo, cuanto me ponen delante, sin embargo el carpintero me necesita, precisamente, para ese fin. Ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso nos hace valiosos. Así que no pensemos en nuestras fallas y concentrémonos en la utilidad de ellas mismas haciéndolas meritorias.
La asamblea pudo ver entonces que el martillo (ruidoso) es fuerte, el tornillo (mareante) une, la lija (áspera) pule asperezas y el metro (altivo y soberbio) es preciso. Se vieron como un equipo capaz de producir muebles de calidad. El serrucho…sonrió.
Esta nueva mirada los hizo sentir orgullosos de sus cualidades y no de sus defectos para trabajar juntos. No fue necesario echar a nadie." Desde entonces son grandes amigos unos de otros y se valoran mucho.

3 comentarios:

Carlos Barrios dijo...

¡qué grandes enseñanzas claras y ocultas conlleva esta historia!
Un acierto.

Besos desde Inglaterra.

o alquimista dijo...

Os teus pés são navegantes na espuma, o teu cabelo dança em descuidada ironia, suave viagem de ondulante onda em tua boca, duas sílabas sopradas em mágica melodia…

Bom fim de semana

Doce beijo

Sacri dijo...

Evidentemente que todos tenemos una función importante que hacer en esta vida, pero somos una cadena y todos nos necesitamos.

Un abrazo, hacia mucho que no comentaba a nadie.

Un beso