viernes, 23 de febrero de 2007

La margarita entre el rosal

H

ubo una vez en una casa muy suntuosa un jardín hermoso, sus dueños gente adinerada tenías toda clase de rosas en el y todas eran rojas color de sangre porque los amos así lo querían. El jardinero era un hombre implacable y de mal carácter. No dejaba a ninguna plantita salir un palmo de la tierra ni vivir a no ser que fueran hermosas rosas rojas.

Por casualidad una semilla de margarita se desprendió de un prado y fue volando depositándose allí en el jardín. Era una humilde margarita blanca.
La plantita salió y creció gracias a lo poblado del las rosaledas, un rosal rojo que estaba muy cerca le dijo, si te ven te arrancarán y eres humilde y bonita, trata de que no te vean, por eso la flor cada vez que salía el sol miraba para otro lado para que el jardinero no la viera y reparara en ella, pero de todos es sabido que la flores necesitan del sol. La margarita cada vez estaba más debilitada y medio muerta. Así un día se distrajo mirando el sol y dijo “que lindo este calor y esta vida, como me agrada esto” paro en ese momento el jardinero pasaba cerca y la vio, el rosal la dijo: te han visto estas perdida y los rosales hablaron y dijeron:

Este jardinero es muy inflexible y vienen a matar a nuestra amiga la margarita, una linda flor que no ha hecho nada de daño a nadie y no podemos hacer nada para impedírselo. Entonces dijo el rosal más viejo. Podemos castigarle por lo que va a hacer.

La dijo a la margarita…quieres quedarte con nosotros toda la vida? La humilde margarita, dijo Sí, estoy enamorada de vosotros los rosales y deseo perteneceros para siempre. Bien dijo el rosal, pínchate en nuestras espinas y muere en ellas, es la forma de quedarte con nosotros para siempre, de otro modo no lo vas a poder lograr.
La margarita quería tanto a sus amigos que hizo lo que le dijo el rosal, se enredó en sus tallos y se pinchó con sus espinas de tal forma que cuando el jardinero vino a arrancarla, sí, la arrancó de raiz, pero no pudo arrancarla del abrazo dado al rosal y dijo: bueno te secas y mueres igual.

El invierno murió y volvió la primavera, los rosales estaban llenos de capullos y el jardinero estaba que explotaba de entusiasmo viendo lo bien cuidados que te tenía el jardín y a punto de emerger todo su trabajo. Empezaron a abrirse los primeros capullos y a la mañana siguiente fue el jardinero a ver el espectáculo y vio más de 100 rosas- rosas, todo el rosal tenía ese aspecto. Los rosales cogieron el amor de la margarita que era blanca y tiñeron sus flores con ella. Nunca la margarita estuvo más presente y con más mimo.

El jardinero fue expulsado por desobedecer, pero no arrancaron ninguna rosa rosa, pues eran un real espectáculo de belleza.


2 comentarios:

anibal dijo...

muy bonito el cuento, nos hace pensar en el poder que tiene el amor, el cual todavia no nos hemos dado cuenta que es lo que nos diferencia de los animales.

Un beso y recuerda: UNA ROSA ES UNA ROSA.

marvision dijo...

el amor por todo cuanto hay debajo del sol, por todo. Así es como debemos cuidarnos cada día de no descriminar a nadie y yo la primera.
Dios nos pone a esas personas para que aprendamos de ellas "algo" por eso cada ser humano no es grande ni chico.
Así es amigo.
,marvision